— Si el traje no es para mí, que no sea para nadie.
La sastrería comenzó a arder, al sastre salió corriendo sin poder liberar ningún traje.
— Resulta usted deleznable y va por ahí vanagloriándose que es el salvador del mundo.
— ¡Yo soy Superman!
¡El jefe de los súper héroes, no habrá otro como yo!
— Da asco su prepotencia y tiene engañado a medio mundo, los medios no se enteran, es despreciable.
Al traje solo le faltaban unos arreglos, a ver quien le confecciona otro, solo yo se su secreto.
— ¡Así seguirá siendo!
— ¡Él, es Superman!
Yo he perdido mi negocio, usted su vida y credibilidad.
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