miércoles, 30 de septiembre de 2020

Ya estoy en casa.


 Ya estoy en casa, ayer salí vivo y hoy vuelvo inerte.

Nadie me ve, pasan a mi lado y no puedo abrazarlos, solo mi perro sabe de mi presencia.

El operativo fue un fracaso que me ha costado permanecer en el mundo de los vivos.

Permanece mi alma, han pasado diez años y parece que fue ayer, mi esposa se ha quedado sola, mis hijos han volado del nido.

Yo te cuido amor mío, tú no me ves, pero yo estoy a tu lado para que seas feliz.

Sigo aquí, acabo de llegar, ya estoy en casa.

jueves, 17 de septiembre de 2020

Huir.

 Qué gusto da verlo todo recogido, los de la mudanza pasarán mañana a llevárselo todo.

Por fin en nuestra nueva casa,rodeados de naturaleza, lejos del ruido y la polución.

La ciudad no era segura, el virus avanza y la única forma de no contagiarse es el aire puro y el distanciamiento de la humanidad.

Es una huida hacia la libertad de lo desconocido, bosques frondosos, cascadas, riachuelos y una innumerable legión de animales salvajes.

La ciudad no es nuestra meta, la multinacional ha quedado atrás, las ovejas ya están produciendo leche y pronto tendremos nuestros primeros quesos en el mercado.

Volveremos al asfalto.



jueves, 10 de septiembre de 2020

Mi querido amanecer.


 Exactamente lo mismo que decía cuando estaba viva, a diario,su mítica frase, mi querido amanecer.

Sus paseos matutinos a la orilla del mar eran conocidos en Santander, en su querido Sardinero.

Incluso ya siendo una anciana con muchas limitaciones, seguía acudiendo con asiduidad.

El alzheimer se la llevó, pero hoy sigue siendo un icono para todos los amantes del mar.

Camina por la orilla sin cesar, entre algas, arena y sal.

Amanecer, tras amanecer, mi querido amanecer.