lunes, 22 de agosto de 2022

«Que las noches, sean boleros.»

 


No aguanto más,

son muchos años para nada,

a mi lado te divertirás,
aquí sigo esperando sentada.

Veinte años de matrimonio,
sin caricias, sin un polvo divertido,
veinte años de martirio, 
con el corazón encogido.


Él, disfrutando como un bellaco,
yo, sin placer conocido,
peor que un drama policiaco,
con un guión preconcebido.

Trabajador incansable,
buena persona, con buen fondo,
yo incomprendida, imparable,
triste en lo más hondo.

No recuerdo lo que es disfrutar,
me masturbo hasta la saciedad,
el piensa que me hace gozar,
nada más allá de la realidad.

Se cree un titán en la cama,
el típico macho ibérico,
le salva, que me ama,
finjo un orgasmo modélico.

Este año vacaciones en el Caribe,
solos, sin los niños,
nuestra relación va en declive,
en la cama, nos aburrimos.

Mañana se va a pescar,
yo me quedo en el hotel,
pienso que no le va a molestar,
si echo un polvo sin él.

 Ni corto, ni perezoso,
así fue, placentera me quedé,
ha sido un orgasmo gozoso,
de él, ni me acordé.

Pero yo no quiero mentir,
no puedo parar de pensar,
se que lo va a sentir,
aún así, no quiero dejar de soñar.

He decidido, que se lo voy a decir,
que no puedo estar así,
hoy mi alma ha sido un sentir,
mi felicidad ha sido hoy aquí.

Paco, he follado con el botones,
ha sido un orgasmo lleno de placer,
los botones, qué cabrones,
 me ha hecho enloquecer.

Matilde te diré, que te comprendo,
soy feliz de tu disfrute,
no entiendo lo que estoy oyendo,
ni tan siquiera me lo discute.

Cariño he comprendido,
 te quiero a rabiar,
quiero una relación con sentido,
vamos a disfrutar.

Enséñame tu zona de placer,
qué tus orgasmos sean placenteros,
quiero hacerte estremecer,
que las noches, sean boleros.



lunes, 8 de agosto de 2022

«Agujero en el tiempo.»


 Eva y Francisco están preocupados, su hija Jimena está de campamento de verano en Benasque y hace dos días que sus monitores no contestan al teléfono.


-¡Eva haz la maleta! Nos vamos al Pirineo, no me gusta nada como pinta la cosa.
-¿No estás exagerando Francisco? Quizá hayan ido de acampada fuera del albergue y no haya cobertura.
-Hazme caso cariño, tengo un mal presentimiento.

Los lugareños que viven cerca del albergue le dicen a Francisco que hace dos días que no ven a nadie y eso a Fran le preocupa, en el campamento que hay en la arboleda a dos kilómetros tampoco están.

-¡Eva, habrá que avisar a las autoridades! Sin acabar la frase, ambos son absorbidos por un agujero en el tiempo.

-¡Papá, Mamá! ¡Pero qué hacéis aquí!

-¿Cómo? Estábamos muy preocupados, no sabíamos nada de ti.
-Estoy bien, esto es el paraíso, nadie quiere volver a nuestro mundo actual, en este mundo sus habitantes son muy amables y empáticos, no hay envidia, la paz es total, no hay conflictos,  es el lugar soñado por cualquiera.

Ya veo que vosotros también habéis encontrado el agujero; ¡Qué va! ¡Ha sido de casualidad!

-Vamos hija, tenemos que volver a Madrid, a nuestro mundo.

-No quiero volver, me quema el cuerpo solo de pensar en volver a ese mundo de injusticias y envidias.

- Creo que nos has convencido Jimena, esto es el edén, la adolescente abraza a sus padres con entusiasmo en señal de agradecimiento.

-Está decidido chicas, dice el padre, todo lo que importa está en este mundo. ¡Nos quedamos!
Seguro que mañana no dejarán de sonar nuestros teléfonos, en la oficina se van a volver locos.

¿Alguien sabe algo de Eva y Francisco? Ni idea jefe, hace dos días que han desaparecido sin dejar rastro.

«Surcando los mares.»


 Hacía más de cien años que había perecido en la horca, pero seguía igual de joven y malvado.


Aquel hijo de inmigrantes irlandeses en el Nueva York de mediados del siglo XIX, alegre y bonachón, se había convertido en uno de los gangster más temidos de las calles neoyorquinas.

Ahora era conocido como Jack Coleman, alias "El Sucio" y el barrio de "Five Points" era el epicentro de su actividad delictiva.
Nadie se atrevía a rebatir sus órdenes y el que mostraba tal osadía no escapaba de las garras de la muerte.

A Nueva York no paraban de llegar familias enteras de irlandeses debido a la hambruna de la isla y rápidamente Jack se hizo con el control de sus vidas.

Tras veinte años liderando la banda más poderosa (demasiados para la convulsa vida delictiva de un gangster), quiso apartarse de ese mundo, pero ya era demasiado tarde, era un alma errante y asesina.

Siempre le gustó el mar y se retiró con su hermosa mujer a Long Island, pero como el zorro pierde el rabo, pero no las costumbres, su pasado de asesino, dejaría sin vida a su esposa de una paliza, por un arrebato de celos.

Detenido por las autoridades, murió en la horca en 1912.

Reencarnado en un marinero de la época sigue surcando los mares a su antojo.

 Siempre fue un pirata rebelde y sin causa, solo le interesaban los tesoros y hacer el mal allá por donde iba, era y es como el caballo de Atila, donde pisa no crece la hierba.

Su gran desazón era una fuerte cojera que limitaba sus acciones.

Un ladrón desmesurado como los buitres carroñeros de la actualidad.

Su barco es su destino y nada escapa a la realidad del pirata fantasmal.

Más de cien años después, sobrevive.
🌊