viernes, 9 de octubre de 2020

Una ducha caliente.


 Me hace entrar en mi nuevo hogar, el "Ceti" me recibe a rebosar, no cabe un alma más entre estas paredes, de madrugada hemos pisado tierra setenta soñadores.

Sin papeles, sin dinero, sin identidad, pero con ganas de comerme el mundo.

Una vida de penurias, de miseria y hambre, pero ya estoy en la madre patria.

Una ducha caliente, – nunca supe lo que era- y un plato de comida, me reciben.

Han pasado diez años de aquel viaje, de aquella patera destartalada, el Estrecho de Gibraltar se hizo interminable.

Aquí sigo, al otro lado, de interprete y coordinador, dando cobijo en su nuevo hogar a más compatriotas.