La calma se apodera de la tripulación, no hay miedo, lo peor de la tormenta ya pasó.
Es como soñar despierto y no dormido, el tiempo se ha detenido, los últimos rayos de sol entran por los "ojos de buey", iluminando mi camarote como un candil en una noche oscura del Paris a principios del siglo XX.El capitán intenta la ciaboga, pero el barco permanece estático, clavado en un punto constante, observando el horizonte lejano en medio del océano, ¿habrá vida después de la muerte?, ¿o seguimos vivos? Sinceramente, la confusión se apodera de todos, juraría que la tormenta nos hundió, no entiendo nada.
Me pellizco y duele, ¿por qué la luna se vislumbra en la lejanía?
Me dijo un buen amigo que sería yo quién cambiaría el devenir de la humanidad, con descubrimientos inverosímiles e inusuales, pero jamás pensé la situación que estoy viviendo.
Nos llaman por megafonía, el capitán nos quiere a todos en cubierta en cinco minutos.
— ¡Señores, no se que está ocurriendo! La confusión se apodera de todos nosotros, no tengo palabras que justifiquen lo acontecido. Los instrumentos de navegación han enloquecido, aporten sus ideas.
—Mi capitán, si me lo permite, yo creo que estamos inmersos en un agujero negro, básicamente no hay ninguna conexión entre nuestro tiempo y el tiempo dentro del agujero.
Esa es mi perspectiva para ganar claridad, como escalar una colina y llegar a la cima para ver la luz, somos mirlos que vuelan sin rumbo, en círculos sin movimiento, el mundo se ha parado, es eso, o estamos muertos y somos fantasmas cabalgando en la sombra de las noches más oscuras.
Tengo claro que yo no me olvido de dónde vengo, creo que es un mal sueño, que volveré a casa con mi familia.
—¡Joder, marinero! Nos ha dejado peor de lo que estábamos, aunque hay que reconocer que estamos pensando como usted, cosas raras y absurdas.
—Créame señor, mi intención no es crear más confusión en la tripulación, pero tengo claro que nuestra vida se apaga, cuál llama en una vela que languidece.
El sol deja la marca del paso del tiempo en el casco del barco, el viento no se intuye y nuestro semblante es el mismo que el primer día que empezó todo esto.
Estoy convencido que estamos anclados en el espacio-tiempo.
Adiós al pánico y al miedo, lo mejor será conservar la calma y pensar que todo esto es una pesadilla constante.
—¡Capitán, capitán! Alguien se acerca a gran velocidad, es una silueta inmensa que oscurece la claridad.
—¡Estáis aquí, esto es un maldito milagro de la vida, es incomprensible, podemos veros, hablad, por favor!
— Pero, quién son ustedes?
—Somos el barco de salvamento de la marina española, estamos en el 2032, llevan ustedes desparecidos desde hace diez años, cuando una tormenta arrasó los océanos dejando millones de víctimas.
—Tienen que dar muchas explicaciones.
—No hay nada que explicar, parece que fue ayer cuando zarpamos de Cartagena, es lo único que podemos decir.