A Benita, -maestra jubilada-, le queda aliento para contarle a sus nietas y nietos la importancia de su aportación e influencia sobre la mujer; hace tres años que retornó a su Asturias natal y a sus ochenta y ocho sigue con su temperamento y gran corazón.Nacida en el seno de una familia humilde en Octubre de 1934 -año de La Revolución de Octubre-, en tiempos convulsos. Con La Revolución de Asturias, la insurrección obrera cobraría fuerza con una huelga general en todo el país y con mayor influencia en tierras astures.Hija de minero y costurera, siempre fue inquieta y reivindicativa; su padre siempre la decía que su carácter le venía de él y su madre, grandes luchadores, no en vano, Teófilo fue guerrillero en dicha revolución.
Los primeros años no fueron fáciles con la Guerra Civil y la posguerra -su progenitor fue fusilado y su madre sometida a todo tipo de vejaciones-, pero eso la hizo más fuerte, a los veinte ya estaba dando guerra en Madrid, siendo revolucionaria en plena dictadura, sus reivindicaciones llegaron a muchas mujeres, incluida "La Pasionaria", que la llamaba "su niña luchadora". Benita aprendió mucho de ella transmitiendo sus conocimientos a sus alumnas.
En el setenta y cinco, fue una de las artífices de la incorporación de la mujer al mundo laboral, España experimentó grandes cambios gracias a mujeres como ella, que tenían los ovarios bien puestos.
Su último 8M fue una locura, su nombre fue coreado junto a otros como el de Ibarruri, algo que engrandeció su figura, más si cabe.
Me muero, de esta noche no paso, no dejéis de luchar nietas y nietos míos, que mi lucha y la de mis compañeras no quede en saco roto, queda mucho por hacer.
¡Viva La Revolución de Octubre!