Camino por la calle una tarde lluviosa de abril, está anocheciendo, solo estoy yo y un destello luminiscente a lo lejos, me acerco sigiloso y veo una librería espectacular; me invitan a pasar, a lo cual yo acepto sin remilgos.
Me pierdo entre cientos de libros, mi mirada se difumina en la inmensidad de sus pasillos, oigo voces, me mata la curiosidad y me acerco.
¡Pero qué ven mis ojos!
¡Hola Rafael!
Pero tú...
-¡No, no, no estoy muerto, soy el mismísimo Alberti!, no te asustes chico, esta librería es inaccesible, solo pocos privilegiados podemos entrar.
Me vas a permitir Rafael, no se si sabrás que vengo del siglo XXI, soy un escritor gran admirador de vuestra generación, de vuestra obra, vuestros escritos y poesías son una fuente de inspiración para mí; es grandioso veros a todos aquí reunidos, solo decirte que mi sueño se ha cumplido.
-Solo te pido una cosa, esto es un secreto, has sido el elegido para formar parte de él, porque todos los aquí reunidos así lo hemos decidido, creemos en tu potencial y hemos pensado que eres el candidato perfecto para escribir y actualizar nuestras memorias, para que nuestro grupo prevalezca en el tiempo y que futuras generaciones disfruten de nuestro legado.
Así será Rafael, hasta la primera.