A Carlos Baraja y su binomio Yolanda Ramos les toca turno de noche, el frío es intenso y bajar del zeta es una hazaña, la niebla dificulta la visión y no hay ni un alma.
Ambos agentes reaccionan cuando un peatón se les cruza en la calzada, los reflejos de Yolanda evitan el atropello.
-¡Vamos Carlos, mueve el culo que se nos escapa!
-¡Ha tirado algo en el contenedor exclama Carlos, pero la maldita niebla me ha impedido ver que era!
-¡Yo voy a por ella y tú registra la basura! -Ok Yolanda.
¿Por qué huías? Quieta y no opongas resistencia. -Yo no he hecho nada.
-¡Eso dicen todos, las manos atrás!
Su semblante es de perplejidad cuando escuchan el llanto de un bebé, está claro que la detenida es la sospechosa del abandono.
-Soy la oficial Ramos, manden una ambulancia al siete de la calle Carretas, es un bebé y está en hipotermia.
Baraja cubre al pequeño con una manta, el Samur acaba de llegar.
A la sala de interrogatorios; -vamos a ver... lo mejor es que colabore y nos diga toda la verdad. ¿Por qué lo ha hecho? ¡Yo no he sido!
¡Usted verá, si colabora el juez le rebajará la condena!
-¡Vale sí, he sido yo, no quiero ese bebé! Es el resultado de una mala decisión y no lo quiero.
¡Mi cabeza estalla solo de pensar que es fruto de una violación!
-¿Por qué no abortó? Pregunta Ramos.
-Buena pregunta; he estado en coma más de un año y cuando he despertado ya había nacido, la decisión no ha sido mía.
-Tiene usted que saber que hay otros métodos.
-¿Iré a la cárcel?
-Tiene suerte, el retoño está bien, no tener antecedentes, su ansiedad y colaborar, son atenuantes para que el juez lo tenga en cuenta.