Hace diez años que Gerardo abandonó el boxeo de élite (treinta y dos combates imbatido, veintidós por KO, su última pelea fue campeón del mundo de pesos pesados en Las Vegas). Ahora regenta un modesto gimnasio en Carabanchel, a pesar de su cuenta corriente, nunca le gustaron las ostentosidades,(el también fue un niño de la calle), su misión es integrar en la sociedad a adolescentes conflictivos a través del deporte del gancho.
Su próximo reto es complicado, Antoñito nunca lo tuvo fácil, su progenitor alcohólico y su madre drogodependiente, desde niño tuvo que ver y aguantar las palizas hacia él y su madre por parte del malnacido de su padre.
Con diez ya trapicheaba en la esquina del kiosko "del Sebas", a los doce hizo el primer puente al coche de Paco el carnicero, su carrera delictiva subía como la espuma, con quince ya tenía más de cien detenciones a su espalda, carne de cañón y reformatorios, la policía no sabía que hacer con "El Bala",(ese era su alias, debido a la extrema velocidad con la que emprendía las huidas cuando mangaba los automóviles). Hoy un juez de menores le da su última oportunidad, integración y educación en el local de Gerardo, o cárcel, usted verá.
Antonio ya está reeducado, el campeón ha conseguido un gran boxeador, su carrera es estratosférica, con cualidades innatas. Mañana se bate el cobre por el cinturón de campeón de España de peso ligero en la Cubierta de Leganés, la expectación es abrumadora, en una hora ya estaba todo vendido.
Ya es campeón de su país, en dos asaltos ha tirado a la lona a su adversario. Gerardo está muy orgulloso, le recuerda a él cuando era joven.
- Espera el cinturón mundial en Philadelphia.
-¡Muchas gracias maestro, le debo todo! ¡Viva el boxeo!