Aquel atractivo e irresistible vendedor se quedó prendado por la belleza de una morenaza de ojos verdes y mirada penetrante.
La jornada está siendo fría y desapacible, propicia de un enero seco y gélido; pero a Bruno eso le da igual, solo piensa en la imagen esbelta de la chica de ojos verde esmeralda.
Los puestos están cerrando y el mercado languidece; mientras, Bruno carga sus alfombras en su vieja furgoneta.
—¿Necesitas ayuda? Quiero ser tu dama de ojos verdes surcando los mercados de alfombra en alfombra.
—¿Estás de broma? Contratada.
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