sábado, 1 de julio de 2023

"LA VIDA DE ROCÍO"

 


Amanece caluroso en la capital hispalense, está siendo una primavera cálida, con días muy claros; corre el mes de mayo de 1977 y Catalina Miralles (más conocida como Cata) se dispone a abrir su cafetería en el barrio de Triana, son las siete de la mañana y su marido está a punto de llegar de Mercasevilla, con el género de calidad que caracteriza a su negocio. Francisco Carmona (más conocido como Paco El de Triana) es un empresario muy emprendedor que lleva la hostelería en las venas, heredada de su predecesor, (que no fue otro que su progenitor y fundador del negocio familiar: “Cafetería Triana”, famosa por su chocolate y sus churros), ya jubilado.

Francisco y Catalina (pacenses de nacimiento, pero sevillanos de adopción), acaban de inaugurar su segunda cafetería (Triana-2) en el barrio de Nervión y se están convirtiendo en conocidos empresarios sevillanos.

La jornada comienza fuerte, los alfareros del barrio llegan hambrientos con ganas de llenar la andorga, las tostadas de jamón ibérico, con aceite de oliva y tomate triturado, no paran de correr a través de la barra, la cafetera a pleno rendimiento, la zurrapa, la manteca colorada o la carne mechada también son manjares distinguidos, sin olvidarnos, por supuesto, del desayuno estrella, los churros.

Son las nueve de la mañana y el cansancio hace aparición en Cata, embarazada de nueve mases; su tercer embarazo está siendo muy propicio.

Paco la ha dicho hace días que se quedara en casa descansando, pero es muy testaruda y ha hecho caso omiso.

Ha llegado el día, Cata rompe aguas detrás de la barra y se tiene que sentar; mientras Paco se apresura a traer su coche para salir velozmente al Hospital Maternal, ubicado dentro de El Hospital General (actualmente Hospital Virgen del Rocío).

El 31 de mayo de 1977 a las 19:00 horas ve la luz Rocío, primera hembra de la familia, ya que sus dos hermanos mayores son varones (Francisco y José).


Su nacimiento, colma de alegría a todos, finalmente ha llegado una niña a casa de los Carmona-Miralles y Paco no puede ocultar su felicidad; seguramente, será la niña de sus ojos.

Rocío ha nacido “con un pan bajo el brazo”, los negocios familiares cada vez van mejor y la pequeña crece en un ambiente muy agradable.


Ella y sus dos hermanos (ambos cursando la Educación General Básica), son atendidos por una interina de mucha confianza en la familia (para los niños, es “La Tata”), ya que el matrimonio, tiene que seguir atendiendo los negocios.

La pequeña Rocío crece feliz, muy revoltosa y dicharachera, con solo cuatro años ama el flamenco y cada vez que escucha el compás de la guitarra o el taconeo en los tablados le pide a su “Tata” que la acompañe a la calle Betis para ver in situ las actuaciones.

Vivir en el barrio de Triana es lo que tiene y como buena trianera, lleva el flamenco en las venas. Sus primeros pasos los dio taconeando con unos tacones de su madre y al cumplir cinco años, sus padres la regalaron un vestido de flamenca con todos sus complementos.

Los años van pasando y sus hermanos ya están cursando sus estudios en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Sevilla.

Han crecido en los negocios familiares y sin duda serán dignos sucesores de sus padres.

La pequeña Rocío ya es una adolescente, que con sus trece años recién cumplidos acaba de terminar la Educación General Básica: acabado el verano, empezará a cursar el Bachiller en el IES Triana, recientemente inaugurado en el barrio sevillano.

Nuestra bailaora está muy contenta, porque ahora tendrá un mes para poder disfrutar de su gran pasión; sabe que agosto se tiene que ir con sus padres a la casa familiar de Matalascañas, allí no podrá practicar su pasión, pero si podrá disfrutar de la playa, de sus amigas y probablemente de sus primeros escarceos amorosos.


Risueña y pizpireta, es la alegría de sus padres, ella sabe que es la debilidad de su padre y siempre consigue lo que quiere con él; mientras Cata, se enfada y refunfuña que siempre se sale con la suya, riñendo a Paco, murmurando que la tiene muy consentida.

Rocío quiere ir a una fiesta de final de verano en la casa de unos vecinos y ha conseguido que su padre la de permiso, eso sí, a las diez de la noche en casa.

Nuestra protagonista ha quedado a las cinco de la tarde en la plaza del pueblo con sus amigas, desde allí irán a la fiesta que organiza Rafael, una casa en la misma urbanización, donde se ubica la morada familiar de Rocío.

Rafa Guerrero es un chaval de Bilbao, dos años mayor que ella, llevan veranos coincidiendo, pero apenas han intercambiado dos palabras en ese tiempo. Hoy la situación es diferente, los chavales están solos, sin adultos de por medio.

Ambos se gustan y hoy no quieren esconder sus sentimientos, así que deciden dar rienda suelta a su imaginación; el chaval le planta un beso en los labios Rocío le corresponde con pasión, su primer beso de adolescente.

Se acerca la hora de regresar a casa, pero ambos no quieren despegarse, ha sido una tarde maravillosa, algo que no olvidarán; pero el deber manda, a las diez en casa. Los chicos se despiden hasta más ver, cada mochuelo a su olivo.

Tardarán meses en volver a verse, las obligaciones mandan, las vacaciones de verano han finalizado y hay que retomar los estudios.

Rafael, a seguir con el Bachiller y ella a comenzar a cursarlo.

—¡Así me gusta hija, que seas puntual! La obediencia y la puntualidad son dos virtudes con las que llegarás muy lejos en la vida.

—¡Seguro que sí papá, es mi obligación ser responsable!

La familia apura sus últimas horas en tierras onubenses, aunque todavía volverán algún fin de semana, serán muy esporádicos, con la llegada del mal tiempo y las obligaciones, resulta imposible.

Los tortolitos ya están en sus respectivas ciudades, acaban de separarse y ya se extrañan, lo tienen muy complicado para verse, él en el norte y ella en el sur.

Seguramente no volverán a estar juntos hasta las vacaciones de Semana Santa, la familia del chico siempre baja a Sevilla a visitar a la familia y disfrutar de las procesiones. Mientras tanto, el correo postal y las llamadas de teléfono clandestinas, serán su consuelo.

Los dos son grandes estudiantes, de matrícula de honor. Han llegado las fiestas navideñas y se echan mucho de menos, intercambian postales, pero no es lo mismo. Están impacientes, pero hasta que no llegue La Pascua, no se podrán abrazar, besar y agasajar. Está claro que no pueden vivir el uno sin el otro, a pesar de su juventud, ambos lo tienen muy claro.

Ha llegado el día fantástico, ambos se ven al término de una procesión en Triana-2, (como los churros familiares no los hay), pero necesitan algo de intimidad. Rocío pide permiso a sus padres y la pareja se va de paseo al Parque de María Luisa, deciden ir caminando, el día es agradable y el sol calienta.

A pesar de la media hora caminando que separan Nervión y el Paseo de las Delicias, todavía les queda mucha vitalidad; así que deciden alquilar una barca y remar, disfrutando ambos, de su compañía. Los chicos sellan su amor eternocon un beso, prometiéndose fidelidad eterna.

Quedan apenas dos años para la “Expo92” (todo un acontecimiento en la capital hispalense) y de regreso a Triana, no hay valla publicitaria o marquesina que no anuncie dicha exposición, con Curro, la simpática mascota como protagonista.

Ha llegado el magnífico año noventa y dos, la pareja disfruta de todos los acontecimientos de la exposición y por supuesto de su amor, su relación va como la seda.

Han pasado varios años y muchos acontecimientos en la familia.

Paco y Cata se acaban de jubilar y han cedido el testigo de sus negocios a sus dos hijos (consolidados empresarios sevillanos), ya son cuatro cafeterías y dos gimnasios. El culto al cuerpo se ha puesto de moda en España y Sevilla no iba a ser menos. Francisco y José ya están pensando en abrir dos centros deportivos más.


Rocío y Rafael han decidido dar el paso decisivo en su relación y unirse en matrimonio, la noticia hace muy felices a ambas familias, por encima de todos a Paco; la niña de sus ojos se casa.

Pero todavía tienen que esperar dos años, el chico acaba de terminar su ingeniería en Harvard, su sueño se ha hecho realidad y ya tiene su doctorado en ingeniería aeroespacial, pero a nuestra bailaora todavía le quedan dos cursos para doctorarse y ser una oncóloga pediátrica de prestigio, también en la misma universidad. Ambos han tenido la oportunidad de disfrutar de su amor en Massachusetts, cursando sus estudios en el mismo campus universitario.

Ha llegado el gran día (año 2005), nuestros protagonistas se casan; celebran la ceremonia en la iglesia de Santa Ana, la Catedral de Triana, en el barrio que vio crecer a la doctora.

Todos están exultantes y rebosantes de alegría, el banquete en el Hotel Alfonso XIII ha sido todo un éxito y la fiesta se alarga hasta altas horas de la madrugada.

Comienza una nueva vida en Sevilla de nuestros recién casados que, por expreso deseo de Rocío, vivirán en un precioso ático de la calle Betis, en el barrio de Triana, con vistas al Guadalquivir.

Nuestra pareja está cada vez más unida y fruto de su amor van a ser papás. La alegría entra en el hogar trianero, colmando de felicidad sus vidas.

Nuestra oncóloga ya está de tres meses y ya sabe cuál será la buena nueva; el ecógrafo dicta sentencia, está esperando mellizos, además, son pareja, niño y niña.

En casa de los Guerrero-Carmona ya se preparan para el futuro; a Rocío la han aconsejado que se tome la vida con más tranquilidad, que baje el pistón del trabajo, pero ella es muy testaruda. (Nos recuerda a Cata cuando estaba embarazada de la doctora, que rompió aguas detrás de la barra). No hay duda, su hija es igual.

Además, para Rocío, sus pacientes, (“sus niños”), son algo más que sus enfermos, son su pasión; para ella, cada uno de ellos, es un rayo de luz que ilumina los muros del hospital y de todos los profesionales de la Unidad de Oncohematología Pediátrica, de la cuál, Rocío es la jefa.

Aun así, se ha dado un respiro y se ha cogido unos días libres (bien merecido, después de una eterna y agotadora guardia de veinticuatro horas) para ir con su madre de compras, los mellizos no esperan y necesitan equiparse, solo quedan tres meses para su nacimiento y aún faltan muchos flecos. También quiere aprovechar para comprar los últimos accesorios para la futura habitación de los bebés.

Por supuesto, siempre acompañada de su perro Blas, fiel compañero. Lo que peor lleva Rocío, es la ausencia de Rafa, que se encuentra en París, en la ESA(Agencia Espacial Europea), el ingeniero ha sido seleccionado con el puesto de titular y tiene muchas opciones de salir al espacio en alguna misión futura, su trabajo en diferentes empresas aeroespaciales desarrollando diversos proyectos le han aupado a lo más alto del panorama espacial europeo.

Acaba de terminar la Feria de Abril y la capital hispalense vuelve a la normalidad.

Amanece un nuevo día en Triana y el sol brilla en todo su esplendor, nuestra protagonista irradia felicidad, sabedora que a mediodía podrá abrazar a Rafa.

Hoy toca acudir al veterinario con Blas para una visita rutinaria y Rocío decide ir dando un paseo hasta la consulta. Las farolas trianeras le saludan al pasar y las aceras brillan tras sus pasos, al pasar por la academia de baile, la doctora se para en la puerta y mira con añoranza como entran a clase varias compañeras, es lo que peor lleva del embarazo, no poder continuar con su pasión.

De vuelta a casa se reencuentra con su marido, un mes sin abrazarse es mucho. Para celebrarlo y a pesar del cansancio de Rafa, se van al Bar Casa Casimiro (para ejercer una de las pasiones de la pareja siempre que pueden) a tomar el aperitivo, unos calabacines fritos que son famosos por su rebozado y que son la delicia de los paladares más exigentes.


Ya es pleno Julio y la capital hispalense arde. Hoy la doctora se ha despertado muy cansada, a pesar de ser madre primeriza, su profesión le dice que ha llegado el día; y así es, al incorporarse para ir al aseo, rompe aguas.

Rafa se está duchando y al acabar se encuentra con el panorama, se visten con tranquilidad y bajan al garaje.

En Urgencias del Hospital de la Mujer del Virgen del Rocío ya esperan a su compañera con los brazos abiertos.

El parto ha sido natural y muy rápido, en solo dos horas escasas, han visto la luz los mellizos Marta y Juan; que han nacido un 16 de julio de 2010 en el mismo hospital que nació su madre.

Abuelos, tíos, amigos íntimos, todos están entusiasmados con la noticia, la familia crece.

Ha llegado el día del bautizo, pleno octubre, pero con calor (este otoño está siendo muy caluroso en la capital hispalense), en la iglesia los padrinos, (Francisco, hermano de Rocío y Edurne, hermana de Rafa) ejercen como tal.

Los años van pasando y la doctora está cada vez más implicada en un proyecto pionero en el cáncer infantil. 

Rafa acaba de aterrizar en la Tierra, además literal, se ha convertido en el tercer astronauta español en salir al espacio. ¡Ahí es nada!

Los mellizos ya tienen ocho años y han heredado el brillo y la bondad de sus padres, ambos llevan el baile en la sangre y el deporte en general.

Marta es una bailaora con mucha pasión, igual que su madre.

Juan también baila, pero su verdadera pasión es la natación (perteneciente Al Club Natación Mairena) y ya tiene varias medallas en su haber.

Hoy, es un día muy especial para Rocío y Rafa, a las doce del mediodía van a reinaugurar las nuevas instalaciones del Centro Cívico La Casa de las Columnas en Triana. Se ha construido un edificio anexo, que llevará el nombre de la oncóloga, en honor a su gran labor social y humanitaria.

El matrimonio es muy querido en el barrio trianero y sus vecinos les adoran.


Para rematar la jornada, ambos acudirán al derbi liguero por excelencia, un Sevilla CF- Real Betis Balompié en el Ramón Sánchez Pizjuán.

Rocío bética hasta la médula y fan número uno del cántabro Sergio Canales y su hermano Francisco directivo del club del Nervión y sevillista a carta cabal; el pique está asegurado.

Menos mal que Rafa es del Athletic Club de Bilbao y se mantiene neutral.


Amanece lluvioso, es invierno y el frío traspasa los huesos. Rocío se dirige al hospital en su bicicleta cuando un desalmado ebrio al volante, la embiste con su vehículo, la doctora está malherida y la gravedad de las lesiones la provocan un coma.

Rafa y los mellizos están desesperados y toda la familia reza por su recuperación. Afortunadamente, después de una semana, Rocío despierta en la UCI.

No hay secuelas y la oncóloga se repondrá de sus lesiones.

Un año después Rocío vuelve a ejercer su profesión, con más ímpetu, si cabe; sus compañeros estaban deseosos de volver a tener a su jefa entre ellos.

El proyecto en el que la doctora trabajaba antes del accidente, ha sido todo un éxito y ha cosechado varios premios.

Rafa ha dejado de ejercer como astronauta y es catedrático en la Escuela de Ingenieros de la Universidad de Sevilla.

Los mellizos cursan primero de la ESO en el Colegio La Salle Felipe Benito de la capital hispalense y como no podía ser de otra manera, son unos magníficos estudiantes, igual que sus progenitores.

Hoy Rocío sonríe a sus plantas en la terraza de su casa, ha pasado lo peor y la oncóloga está totalmente recuperada. El centro cívico es una fiesta y sus vecinos celebran la definitiva recuperación de su vecina.

No hay nada mejor para celebrarlo, que ir a Casa Casimiro al aperitivo y celebrar lo más bonito que puede tener un ser humano: la vida.


Las calles trianeras vuelven a sonreír, las farolas se iluminan en todo su esplendor y el Guadalquivir llora de felicidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario