Nada hace presagiar a Alberto, (arquitecto reputado y soltero), lo que va a ocurrir, tirado en el sofá viendo una de romanos; enero y nevando, es el mejor plan.
La película es un bodrio y le ha visitado Morfeo. Un fuerte olor a plástico se propaga por el ático, algo va mal.
Todo es humo, una toalla en la cara, su gato Gaspar en el brazo y fuera, la humareda ya no deja ver.
Con dificultad llega a la azotea, (un edificio de 32 plantas en Madrid y diseñado por él), el frío es muy intenso, el vaho de su aliento se congela al salir y respira con mucha intensidad; todo el bloque está en llamas y los bomberos no acaban de llegar, y encima, el sistema antiincendios ha fallado.
Se oyen los gritos desgarradores de los vecinos atrapados en plantas inferiores y hay que actuar rápido.
Nadie conoce mejor el edificio que nuestro arquitecto, en la azotea hay un gigantesco depósito de agua. Aquí está la clave para atajar el incendio.
Afortunadamente el depósito tiene un sistema que le hace estallar en una emergencia de este calibre, ( Alberto es un apasionado del cine de acción y no dudó cuando lo diseñó).
Sólo hay que accionar una palanca, pero estaba atrapado, si liberaba todo el agua le arrastraría hacia el abismo, pero pensó rápido, se ató una manguera de incendios a la cintura y accionó la palanca, el agua inundó la azotea en segundos y el arquitecto y su gato salieron despedidos al vacío quedando suspendidos por la fachada.
Cuando llegaron los bomberos, el fuego ya estaba extinguido y solo tuvieron que rescatar con una escala a Alberto y su gato.
No ha habido víctimas y Alberto es ahora el héroe de sus vecinos.
Se oyen los gritos desgarradores de los vecinos atrapados en plantas inferiores y hay que actuar rápido.
Nadie conoce mejor el edificio que nuestro arquitecto, en la azotea hay un gigantesco depósito de agua. Aquí está la clave para atajar el incendio.
Afortunadamente el depósito tiene un sistema que le hace estallar en una emergencia de este calibre, ( Alberto es un apasionado del cine de acción y no dudó cuando lo diseñó).
Sólo hay que accionar una palanca, pero estaba atrapado, si liberaba todo el agua le arrastraría hacia el abismo, pero pensó rápido, se ató una manguera de incendios a la cintura y accionó la palanca, el agua inundó la azotea en segundos y el arquitecto y su gato salieron despedidos al vacío quedando suspendidos por la fachada.
Cuando llegaron los bomberos, el fuego ya estaba extinguido y solo tuvieron que rescatar con una escala a Alberto y su gato.
No ha habido víctimas y Alberto es ahora el héroe de sus vecinos.
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