Llevo tiempo observando como la calles de mi ciudad hierben en abundancia de indigentes,sobre todo el paseo principal,de gran trasiego de santanderinos y forasteros.
Hoy me he percatado del problema que acucia este país,cada vez son más y muy jóvenes.
A lo largo de un paseo de unos tres kilómetros me he topado con el tema en cuestión.
Cada uno de ellos con su cartelón reivindicando su situación,uno muy joven,treintañero,con un escueto,tengo hambre.
Otro que dice la mítica palabra de ayuda estoy enfermo,este mas entrado en años con la cara bastante demacrada,unos pasos mas abajo uno que dice ser asturiano que tiene mucho hambre,muy educado,dando las buenas tardes a todos los transeúntes.
Dos manzanas mas abajo,y apostado en el escaparate de un banco,me encuentro con otro,también joven,esta vez este no tiene cartelón,eso si...goza de la compañía de un can que necesita un lavado urgente,se le ve dócil,no se mueve de la vera de su amo.
Otro que me ha llamado la atención,también sin eslogan,de pie y casi parando a los transeúntes para que le den una moneda.
Pero sin duda el que mas me ha impactado ha sido un chaval de mi quinta,-aseado y de buen vestir-,en su cartelón ponía que se había quedado sin trabajo,nada mas y nada menos.
Seguramente que desgraciadamente me dejo alguno,pero es que eran muchos,cada día mas,si echamos la vista atrás diez años,era algo inverosímil,si veías uno era de casualidad,y por regla general solía ser por seguir un camino incorrecto,pero ahora todo es diferente,la situación ha dado un giro radical,ya no son personas con problemas de vicios varios que les han llevado a la perdición.La inmensa mayoría son personas a las que la vida les ha tratado mal en forma de crisis,-la maldita realidad económica de este país-les ha dado una bofetada en toda la geta que les ha dejado sin recursos y lo que es peor sin dignidad.
Esta gente tiene nombre y apellidos,un dni que les identifica,son gente como todos nosotros,que un día tuvieron un trabajo y un bienestar social,hoy no son nadie,la gente les mira mal,tengo la sensación de estar por las calles del siglo XVII,pero vuelvo a la realidad cuando veo las luces de neón.
La realidad de todo este tema es que la puta crisis sigue golpeando fuerte,con una crueldad inmensa,no entiende de personas ni de religiones,yo hoy he quedado impactado por la situación,pero me da miedo que mañana no,cada día son mas y peor mirados,no quiero acabar como muchos transeúntes que no les miran ni a la cara.
Porque mañana por desgracia,puedo ser yo o tú el que ocupe esa acera,esa esquina mágica donde habita el olvido,con la única compañía de un cartelón y dos palabras y la soledad compañera de la irrealidad.
La crisis se habrá llevado su identidad pero no permitamos nunca que les prive de su dignidad.
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