A los siete años es cuando un niño comienza a tener uso de razón,y empieza a ponerle una dosis de raciocinio a las cosas,bien es cierto...que años antes se nos quedan grabados los sucesos mas relevantes de esa etapa y con el paso de los años les recordamos con cierta nitidez.
Recuerdo con gran entusiasmo haber sido un niño inmensamente feliz,y de haber recibido una gran educación por parte de mis progenitores a los cuales estoy inmensamente agradecido;aquellas tardes de estío, en el mítico 133 de mi tía,en el cual íbamos varios primos a la playa a la no menos relevante y espectacular Virgen del Mar,patrona de la capital santanderina.
Que tardes tan amenas pasábamos coqueteando con las olas y aprendiendo a nadar con unas grandes profesoras, como eran mi tía Sina y mi señora madre.
Pero sin duda...uno de los hechos que recuerdo con mayor relevancia,es cuando mi señor padre me regaló lo que sería un presente que me marcaría para toda la vida;ensimismado me quedé cuando al abrir aquel paquete dentro se encontraba lo que sería mi primera equipación de fútbol de mi viejo,de mi gran Racing.
Nunca se me olvidará que con el daría mis primeras patadas a un balón que marcarían mi niñez y posterior adolescencia.Recuerdo enfundarme aquella elástica un día si y otro también y ver a mi madre desesperar porque no la quitaba de puesta,aquellas maravillosas tardes en el barrio dando patadas a un balón,donde se pasaban las horas de un plumazo,aquellas partidas a las chapas,a las canicas,a chutar una botella a ver quien la lanzaba mas lejos,a polis y cacos, aquellos helados interminables,a tantos y tantos juegos a los que jugábamos aquellas tardes de estío en las que el sol se abrazaba a la luna y una voz intensa nos gritaba que había que subir a casa.Todos los críos del barrio y yo incluido nos acostábamos pensando en la mañana siguiente,dándole vueltas a la chapa con la que ibas a jugar ese día o quien bajaría ese día el balón con el que jugar.
No existían mas preocupaciones que las que te podrían crear perder una canica jugando al mítico guá,o que esa mañana no podrías bajar a la calle a jugar por algún acontecimiento especial que te lo impedía.
Pasado el estío tocaba volver al colegio,los míticos setiembres que no querías que llegaran porque se acababa la playa,y jugar con tus amigos del barrio o con tus primos,pero había algo dentro de mi que a la vez tenia el deseo de ver a tus compañeros de pupitre con los que también pasabas largas horas y de los que tengo gratos recuerdos.
Los niños jugábamos en las calles con total normalidad y sin miedo a nada,y nuestros padres tenían la seguridad que hoy desgraciadamente es inexistente,dile tu hoy a un padre que deje a su hijo solo en un parque,es impensable.... porque desgraciadamente la sociedad se ha corrompido,y solo existen mentes perversas y maliciosas que disfrutan haciendo daño a lo mas indefenso,maravilloso e inocente que es un niño.
Seguramente se me quedan muchas anécdotas y vivencias infantiles en el tintero,pero de lo que si estoy seguro es de haber tenido una niñez magistral,donde todo son buenos recuerdos,salvo aquellas heridas de guerra jugando que en su momento curaban con un chorro de mercromina,pero que hoy prevalecen como cicatrices en nuestro cuerpo.
Solo espero como mínimo,que mi retoño crezca en el mismo entorno que creció su padre y que sus recuerdos de infancia sean iguales o superiores a los míos,desgraciadamente no podrá divertirse como yo,pero creo que el camino a seguir para que sea feliz es el que su madre y un servidor le estamos trazando.
Y recordar,que quien no haya tenido infancia,no ha tenido niñez,y sin niñez han perdido la etapa mas relevante de sus vidas,yo personalmente sigo teniendo un niño dentro de mi que me guía y da fuerzas para seguir adelante.Gracias niñez por todo lo que me has brindado y enseñado,por haber hecho de mi una persona feliz,solo espero y deseo que así sea con el futuro de mi retoño y venideros.
Niñero insurgente Calleja.
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