lunes, 28 de noviembre de 2022

«La natación es mi arte moderno.»

 


Amanece un día más (que no es poco) en mi vida, el sol luce en todo su esplendor, aprender a convivir con el dolor es mi máxima aspiración. Hace tres años que mi vida dio un giro radical, dolor constante, jornadas interminables en el trabajo que eran insostenibles, hasta llegar a casa, para tomar el siguiente antiinflamatorio.


Así un día tras otro, hasta que tu cuerpo dice que ya basta, que no  puede seguir con esa tortura. Permanecer de pie varias horas seguidas es tortuoso e intentar sacar tu mejor sonrisa cara a la galería se han vuelto insostenibles.

La pandemia me obligó a parar en el trabajo y llegó el punto de inflexión en mi vida.
Piensas que el dolor va a remitir al parar físicamente, nada más lejos de la realidad, comienza mi calvario particular.

Mis huesos crujen como la hojarasca cundo se pisa, mi columna vertebral chirría como una bisagra vieja sin engrasar, las noches se hacen interminables y el insomnio prevalece a diario sin remisión.

La decisión está tomada, acudir al médico y buscar la mejor solución para tu dolencia crónica, el dolor me ha vuelto irascible, falto de reflejos, me estremece, ya no me acuerdo de un día sin aflicción y automedicarse no es la mejor solución.
El desconsuelo invade mi cuerpo cuando el médico me dice que hay que parar, los resultados de las diferentes pruebas médicas indican que tu enfermedad es degenerativa, no hay otra solución que cambiar tus hábitos y poner freno a ese dolor.
Nadar y dejar la mente al servicio de los tuyos es el mejor remedio para atajar este problema.
La natación es mi arte moderno particular y el mar fuente de inspiración y perpetuidad.
Nadando el dolor desaparece y mi mente se evade a situaciones maravillosas.

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