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-Mañana tocamos en casa, está todo preparado, nada puede fallar, nuestros paisanos están deseosos de vernos en escena.
¡Lo hemos conseguido Segis! Después de un año girando llegamos a nuestra tierra, broche de oro a una gran gira; los ensayos comienzan a las doce del mediodía y el concierto a las nueve de la noche.
-Ok Miguel, ¡Qué haría yo sin ti!, mi mánager y gran amigo.
Segis siempre madruga, pero hoy está en "su cama" y se hace el remolón, está nervioso, tocar en casa es una responsabilidad añadida.
Llaman a la puerta, es Miguel que ha llegado.
-Uuh, ¡Joder, no puedo hablar! ¡Qué me pasa!
Miguel no entiende nada, Segis hace gestos, se toca su garganta, no articula palabra. Es muy raro, siempre cuida su voz, es como si se la hubieran robado.
Acuden al médico, el facultativo ve que su gaznate está perfecto, ni rastro de dolencias.
En el escenario todo está preparado y los músicos en sus puestos. ¡Pero qué ocurre!
¡Los instrumentos se han vuelto autómatas!, ¡la guitarra toca por Paco de Lucía, el piano discute con el bajo, el violín da un empujón al saxofón y lo más apoteósico es escuchar a la trompeta, está cantando todo el repertorio!
-¡Oh Dios mío! es la voz de Segis en todo su esplendor.
Miguel está acongojado, ahora se explica lo de la voz, ¡los instrumentos se la han hurtado!
Están parando, reivindican algo, la trompeta está hablando.
-¡Queremos más horas de descanso!
-No aguantamos más la presión a la que estamos sometidos, los humanos sois seres mezquinos y avariciosos; si no accedéis a nuestras pretensiones seguiremos llevando la voz cantante.
Segis realiza airosos gestos y mueve sus brazos con aspavientos.
Los instrumentos lo han conseguido y Segis ha recuperado su voz y su vida, aunque no os lo creáis ha abierto los ojos.
Más tiempo con los suyos le vendrá muy bien.
¡Lo hemos conseguido Segis! Después de un año girando llegamos a nuestra tierra, broche de oro a una gran gira; los ensayos comienzan a las doce del mediodía y el concierto a las nueve de la noche.
-Ok Miguel, ¡Qué haría yo sin ti!, mi mánager y gran amigo.
Segis siempre madruga, pero hoy está en "su cama" y se hace el remolón, está nervioso, tocar en casa es una responsabilidad añadida.
Llaman a la puerta, es Miguel que ha llegado.
-Uuh, ¡Joder, no puedo hablar! ¡Qué me pasa!
Miguel no entiende nada, Segis hace gestos, se toca su garganta, no articula palabra. Es muy raro, siempre cuida su voz, es como si se la hubieran robado.
Acuden al médico, el facultativo ve que su gaznate está perfecto, ni rastro de dolencias.
En el escenario todo está preparado y los músicos en sus puestos. ¡Pero qué ocurre!
¡Los instrumentos se han vuelto autómatas!, ¡la guitarra toca por Paco de Lucía, el piano discute con el bajo, el violín da un empujón al saxofón y lo más apoteósico es escuchar a la trompeta, está cantando todo el repertorio!
-¡Oh Dios mío! es la voz de Segis en todo su esplendor.
Miguel está acongojado, ahora se explica lo de la voz, ¡los instrumentos se la han hurtado!
Están parando, reivindican algo, la trompeta está hablando.
-¡Queremos más horas de descanso!
-No aguantamos más la presión a la que estamos sometidos, los humanos sois seres mezquinos y avariciosos; si no accedéis a nuestras pretensiones seguiremos llevando la voz cantante.
Segis realiza airosos gestos y mueve sus brazos con aspavientos.
Los instrumentos lo han conseguido y Segis ha recuperado su voz y su vida, aunque no os lo creáis ha abierto los ojos.
Más tiempo con los suyos le vendrá muy bien.
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