El ruido de un tiroteo consiguió animarles de nuevo, hace días que cesaron las hostilidades, pero los francotiradores seguían al acecho, mercenarios a sueldo pagados por la guerrilla en contra del régimen totalitario.
Voy caminando por la avenida principal y el crujir de los cristales en mis botas me recuerda que una bala perdida me puede costar la vida, vuelvo a casa, no mas fotografías, ni crónicas relevantes, la guerra ha terminado.
Cerca de la frontera soy secuestrado por soldados del régimen, un mes de calvario, reivindicaciones y negociaciones, en el que mi vida depende de un hilo. Afortunadamente la suerte me sonríe y soy rescatado por los cascos azules.
Se acabaron las guerras para mí, ahora soy cronista deportivo en un periódico local y soy muy feliz.
Si sigues viviendo en el pasado, le robas tiempo al presente y adiós al futuro
Carpe diem.
No hay comentarios:
Publicar un comentario