Soy Argimiro, pastor retirado, estamos junto a la estatua de la protagonista de esta historia; Pipa, mi perra.
Corría el año 1952, cuando el volcán despertó.
Las horas precedentes a la tragedia fueron angustiosas, algo pasaba, las ovejas estaban muy inquietas, Pipa ladraba con insistencia, algo barruntaba, la hice caso.
Corrimos a evacuar a todos al otro lado del río; los vecinos atónitos nos siguieron.
No hubo víctimas, pero todo se convirtió en cenizas, afortunadamente y con ayuda, pudimos resurgir y reconstruir nuestros hogares.
Pipa sigue entre nosotros, su valentía e intuición salvó muchas vidas, siempre serán las 22:00 horas
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