miércoles, 28 de noviembre de 2018

La vida de Rocío.

Rocío es una prestigiosa doctora sevillana querida y admirada, allá por donde pasa deja su huella.- Casada y con dos hijos, es una madre ejemplar y mejor esposa-. Hoy es día de libranza para ella, después de una eterna y agotadora guardia de veinticuatro horas, es media mañana y se dispone a   pasear con su perro Lupin.

Las farolas trianeras  la saludan al pasar y sus aceras brillan tras sus pasos,-la doctora vive en el mismo barrio de Triana en un bonito ático con vistas al Guadalquivir, lo que viene siendo un marco incomparable-, hoy toca visita al veterinario con su mascota.

Ya es más de mediodía y ha quedado con Roberto- marido de esta- en el bar de siempre para ejercer una de sus pasiones, el aperitivo, -es algo que siempre que puede no perdona-, un fino fresquito y una carantoña con su esposo y a casa de la mano para almorzar juntos, que sus dos retoños están al llegar del colegio.

Marta y Juan son dos mellizos adorables que han heredado el brillo y la bondad se sus progenitores, una familia que se quiere y respeta con locura y que siempre permanecen juntos.


Acabado el almuerzo, Roberto vuelve a su empresa de aire acondicionado y los pequeños - con solo seis años- van con su madre  a desarrollar otra de las pasiones de la doctora, visitar el centro cívico de su barrio que lleva su nombre y es sufragado por ella con el dinero extra que gana en sus guardias, la inserción  de los mas desfavorecidos del barrio y sus alrededores es su tarea primordial. Quiere que sus hijos aprendan a hacer el bien desde bien pequeños.

Hoy los usuarios están un poco alborotados, se juega en el Villamarín el derbi sevillano, -hay usuarios sevillistas y béticos-,y todos quieren que gane su equipo y para colmo de la alegría,les visita su querida y admirada doctora que tanto hace por ellos. Hoy toca una charla sobre la higiene personal y la importancia de esta en las personas. Al acabar verán todos juntos por televisión el partido, incluido Roberto.

Hoy amanece lluvioso en la capital hispalense es invierno y hace frío, un nuevo día le espera a esta ejemplar familia sevillana, cada "mochuelo a su olivo", los mellizos al colegio con la "Tata", él a su nave industrial y ella al hospital.

En la planta de oncología infantil esperan una jornada más a la jefa, nadie mejor que Rocío sabe tratar a estos valientes.Hoy dan el alta a una de sus pacientes y la "quinta" es una fiesta de celebración, todo ha salido bien, y la doctora esta muy contenta.

Todo es apasionante en la vida de esta familia, incluso en unas semanas le será entregada la medalla concedida al mérito en su tesis sobre el cáncer infantil.

La jornada ha sido muy intensa y la doctora está muy cansada, -ya está anocheciendo-, ya en el coche, el atasco de entrada a la ciudad es espectacular, pero en la circunvalación al centro esta despejado y Rocío respira tranquila, cuando un desalmado ebrio al volante embiste su coche y da varias vueltas de campana.

Todo es confusión, la doctora esta malherida e inconsciente, los bomberos la excarcelan entre el amasijo de hierros y es conducida en ambulancia al hospital con vida. Han localizado a Roberto que cuando llega a urgencias se encuentra a su esposa debatiéndose entre la vida y la muerte, debido al fuerte impacto, ha perdido los dos riñones, es necesario un trasplante urgente o fallecerá en horas.

Su marido no es compatible, y entre sus familiares y amigos tampoco hay nadie con validez, pero el suceso ha llegado a oídos de sus usuarios que se presentan en el hospital en masa para someterse a las pruebas de compatibilidad, la suerte sonríe y premia a la doctora con dos donantes compatibles entre sus usuarios que no dudan en donar su respectivo órgano.

Todo ha salido bien, la operación ha sido un éxito y su recuperación inmejorable.

Hoy Rocío le sonríe a sus plantas en la terraza de su casa, ha pasado lo peor y la doctora esta totalmente recuperada, el centro cívico es una fiesta celebrando la vuelta de su amada protectora y en compañía de su familia es agasajada por todos.

Su bondad y buen hacer por el prójimo han premiado a Rocío, que hoy sigue su vida normal por las calles de Triana, en el bar de siempre la espera su marido y un fino y una tapita el mejor refrigerio.

Las calles trianeras vuelven a sonreír, las farolas se iluminan en todo su esplendor y el Guadalquivir llora de felicidad.



No hay comentarios:

Publicar un comentario