Este es un tren sin diferencias raciales, ausente de clases sociales y en él la intolerancia brilla por su ausencia, ¡Eso sí!, el que se sube a bordo debe tener claro que es un tren sin rumbo determinado buscando un ansiado destino; solo tienes que dejar volar tu imaginación y buscar el tuyo, porque no olvidemos que todos tenemos uno.
Ayer, ha hecho parada en mi ciudad, no me lo he pensado y he subido a bordo; viajan octogenarios, cuarentonas, solteras, casados, divorciadas, adolescentes,etc, de ambos sexos, --predominando el femenino--, pero todos ellos partiendo de la misma premisa.
Reina la cordialidad y el respeto hacia el prójimo, buscando el mismo cometido.
Hay reputados empresarios que se han cansado de amasar fortuna y han decidido hacer generosas donaciones, pero también hay menesterosos que malviven de las limosnas y trabajos esporádicos mal remunerados o moribundos muy enfermos que se agarran a un clavo ardiendo, buscando su viaje aferrándose a la salvación.
Atravesamos pequeñas ciudades, grandes urbes, zonas costeras o de interior, no hay distinciones, ni lugares preferenciales; es el expreso de la libertad y la sencillez.
Día y noche sin parar a través de una vía infinita, con el ruido ensordecedor de los raíles. Avanzan los días con un sol de justicia, enlazando con la noche en el reflejo de una luna que alumbra nuestras vidas, así un día tras otro, año tras año, buscando nuestro destino.
Hoy después de muchos días amanece nublado, estamos en algún pueblo de la Europa profunda sin nombre reconocido; mi compañero de asiento es mejicano y músico que toca varios instrumentos, hoy nos ameniza la mañana con su armónica, nuestros semblantes están cansados, pero el optimismo impera en nuestras cabezas, estamos cerca de encontrar nuestro particular hado que rige nuestras vidas.
Quiero dejar atrás el surrealismo para escribir mis relatos ideales, pintando los paisajes óptimos de la vida, quedarme perdido en tus ojos entrando de lleno en la fuerza del ansiado destino; siendo esta la regla de mi vida, diciendo lo que sentimos y sintiendo lo que decimos, que las palabras sean hechos y los hechos sean palabras.
Seguimos avanzando atravesando fronteras, no tenemos patria ni nacionalidad, somos almas libres buscando nuestra autodeterminación, vamos cantando nuestra canción sin complejos ni colores con afecto y pasión.
Atravesamos las reglas de la vida sin pausa pero sin prisa, vislumbrando la luz al final del túnel, estamos cerca de conseguir nuestro propósito con la fuerza de un miura embravecido que busca su sino.
He llegado a la ciudad que me vio nacer, parece que fue ayer el día que me marché, pero ya han pasado mas de veinte años, estoy en el barrio que me vio crecer.
Ya todo ha terminado sin comenzar, solo donde tú estás está mi hogar, por mucho que he caminado no he llegado a ningún sitio, tengo un motivo, cómo, cuando y porqué, el tren del destino se acaba para mí; me apeo, he llegado a mi final, mi destino se ha hecho realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario