jueves, 26 de marzo de 2020

Hijos de la pandemia.

-Nunca más se volvió a saber de él y ya han pasado dos  años de la pandemia del 2020.

-Ya prácticamente nadie se acuerda del famoso covid-19, que aniquiló a miles de personas en todo el mundo.

-Hoy Max ha vuelto por su pueblo, aquel que fue devastado por el virus dejando huérfanos y sin abuelos a los niños del coronavirus.

-La vida sigue en este pequeño pueblo del pirineo español, pero siguen siendo muchas las incógnitas y miles las preguntas sin responder.

-El presidente salió ileso, pero tuvo que hacer frente al acabar la pandemia a una moción de censura de la cual salió indemne, no así del fallecimiento de familiares y amigos cercanos.

-El virus fue una debacle mundial y a nivel nacional el caos económico y social de todo el país fue devastador, quedando sólo, los llamados hijos de la pandemia.

-Yo fui uno de esos padres que consiguió escapar del foco de infección a tiempo,- un hijo de la pandemia-, huyendo hacia los montes cercanos con mi familia.

-También he de deciros, que pasaron cosas muy buenas, aquel virus consiguió que las personas se respetaran y dieran valor a cosas, que primero eran insignificantes.

-La gente aplaudía desde los balcones y las ventanas de sus casas la  solidaridad y el trabajo de otros que salían a batirse el cobre a diario por calles desiertas y llenas de tristeza.

-Puso en valor el altruismo y la solidaridad de muchas personas, la gente se dejó la piel en sus trabajos, taxistas solitarios en las venas de la noche, sanitarios que  doblaban turnos en su afán de acabar con el "bicho", los supermercados no dejaron ni un solo día de abastecer a la población, con sus trabajadores exhaustos, transportistas solitarios por las carreteras para que no faltaran las provisiones, equipos de limpieza municipales que se dejaron la vida en las calles y un sinfín de personas anónimas que lucharon hasta la extenuación por acabar con el virus.

-Hoy sois vosotros, los niños del coronavirus, los que tendréis que poner freno a futuras guerras víricas, con los conocimientos adquiridos, en  aquella primavera devastadora de sangre, sudor y lágrimas.

-Si algo aprendisteis de aquel largo confinamiento de tres meses con sus días y noches, fue a ser pacientes, a ser los niños de los hijos de la pandemia más devastadora e  insolidaria que pudo existir.

-Por todo eso y más, los emigrantes y supervivientes  de este virus devastador, tenemos que confiar en vosotros, como salvadores del planeta en un futuro cercano.

-Salud y buena suerte.











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