Siempre que Simón embarcaba, -Simón es un ingeniero jefe de máquinas-, transcurría un mínimo de seis meses hasta su vuelta.
Esta vez el carguero ruso navega a Indonesia con mil contenedores de lo más variopinto.
Sus vástagos y su esposa lo extrañan.
Cada viaje se alarga más, él está barajando la posibilidad de dar un giro radical a su vida, pero ya es demasiado tarde.
Una ciclogénesis explosiva estalla y deja el carguero a la deriva como una cáscara de nuez.
Sin tiempo a reaccionar se hunden y toda la tripulación perece en el naufragio.
En casa lloran su pérdida, su ausencia es perpetua.
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