Los dejaremos entrar aunque nos cueste un quebradero de cabeza.
Ha oscurecido, el frío arrecia y vienen caminando desde muy lejos.
En el grupo vienen varios niños entumecidos y dos embarazadas. El paso fronterizo ya se ha cerrado, pero esta gente no entiende de horarios ni fechas en el calendario.
Hay comida caliente y ropa seca en los barracones; nos observan con la mirada perdida, llevan meses deambulando y están exhaustos.
Son conocedores de su hazaña, saben que ya pisan tierra libertaria y que su futuro es prometedor.
Al amanecer llegará el relevo, ahora o nunca.
Déjalos pasar, están saboreando la libertad.
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