Han pasado doce años de aquel 11 de Marzo, podrían ser sólo doce horas, o doce segundos del segundero del reloj, da igual. Todos están en nuestros corazones grabados a fuego incandescente, sellado, como la fragua de Vulcano.
Hoy todos pensamos que podía haber sido "yo", tengo claro que todos los españoles íbamos en ésos trenes del juicio final y el infierno radical.
Atocha ese día fue mi casa, El Pozo del Tío Raimundo mi habitación desesperada, y toda la sangre derramada, eran lágrimas vertidas por todos los españoles abrumados. Aquella mañana del Marzo más cruel de la historia terrorista de la España moderna y reciente.
Antes de ayer fue Nueva York, ayer Madrid, después fue París, y pasado mañana será Roma o Berlin.
Hoy todos tenemos puestos nuestros sentidos en el Bosque Encantado del madrileño Parque del Retiro,-mi corazón derrama lágrimas embelesadas de dolor-,un clavel y una vela, son el símbolo pacificado de las puertas del cielo, que recibieron a aquellos trenes del horror, con 192 almas que siempre permanecerán en la memoria intacta de todos los españoles.
Hoy la mañana madrileña os recibe con una sonrisa en sus entrañas, siempre estaréis ahí, sin política, ni inmunidad que nos haga olvidar aquella mañana insolente de la Yihad más extremista.
Yo me bajo en Atocha, mi interior es el chotis mas castizo del Madrid solidario e innovador. Hoy todos viajamos por la vía de la libertad abrumadora del camino hacia la paz final.
Hoy me bajo en Atocha, hoy me quedo en Madrid.
Así es, cualquiera de nosotros pudimos quedarnos entre los hierros retorcidos de alguno de los vagones. Yo utilicé ese tren en innumerables ocasiones durante los catorce años que viví en Alcalá de Henares. Aquella mañana de la matanza se me puso el cuerpo fatal, pues yo ya vivía en Murcia y temí por mi hijo, mi ex mujer o cualquier persona conocida. Solo después de hablar por teléfono me quedé tranquilo. ¡Qué barbaridad!, en esos momentos se ve en qué medida nos importan nuestro congéneres, como si la salvación de mi hijo fuera más importante que la de los 192 masacrados. Y es verdad, para mí lo era porque en esos momentos el amor a los nuestros eclipsa el amor a los demás, es como una especie de egoismo intrínseco. Tragedia horrible la de esos trenes, fruto del fanatismo en su peor estilo, y vergonzante actuación de unos políticos desalmados que intentaron convencer a la opinión pública, más bien a la prensa, de que los autores de la masacre eran los etarras, de que nada tenía que ver con la guerra de Irak. El repugnante José María Aznar, culpable de aquella guerra innecesaria, junto con Blair y Bush, aún no ha pedido perdón por provocar aquella guerra y por mentir como un bellaco para que su partido no perdiese las elecciones. Y ese gusano sigue sacando pecho a pesar de ser culpable indirecto de tan bestial matanza.
ResponderEliminarLo ha definido usted perfectamente don Iñaki.
EliminarUn acto terrorista del que nunca deberíamos olvidarnos.
Saludos amigo mío
Los pelos de punta y la piel de gallina me ha dejado tu relato, amigo. Pasan los años y el recuerdo de aquel día sigue intacto.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario Geno, me alegro mucho que te haya marcado.
EliminarLa verdad es que es un relato escrito con mucho sentimiento, de los mejores, de hecho está incluido en mi libro "Sopas de ajo"
Muchas gracias amiga!