domingo, 27 de diciembre de 2020

Mi pequeño colibrí.



 Ha nacido una estrella, con luz propia e incandescente que ilumina nuestros corazones.

Llegaste a este mundo y cambiaste nuestra vida, la llenaste de luz y de felicidad, reforzaste el amor de tus papás, más si cabe. 

Un te quiero, una caricia, un abrazo, un estallido de vida, una felicidad eterna a nuestras almas. 

Eres bondad, inteligencia y sabiduría, sigues siendo ese personaje pequeño y bonachón que nos enamora el alma. 

Un ser libre, sin odio, ni maldad, con un corazón que no te cabe en el pecho. 

Parece que fue ayer, pero ya son 10 diciembres los que contemplan tu mágica luz.

Los años de juegos y risas de un inocente niño en el parque, están dando paso, a otra etapa no menos interesante de tu vida. 

Estás aprendiendo el verdadero sentido, aprendiendo a vivir tu propia historia, la historia de tu futuro prometedor. 

Un camino que tus padres están construyendo, pico y pala sin cesar, labrando un futuro en tu persona, esperanzador. 

Cada día a tu lado es una nueva aventura que da sentido a nuestras vidas, tus inquietudes y continuas ganas de beber la vida a tragos, aprendiendo a pasos agigantados lo más importante y labrando tu propia personalidad. 

Sigue así amor mío, nunca pierdas tu sonrisa de pícaro bonachón, tus ganas de vivir cada segundo como si fuese el último, conserva tu personalidad hasta el final. 

Sin más, aquí siempre estarán tus padres, los que nunca te van a abandonar, y siempre te querrán, para lo que necesites, hasta el final. 

Has crecido compañero, ya no eres tan pequeño, te haces mayor de cuerpo y alma, pero nunca olvides una cosa, chiquitín. 

Tú siempre serás, mi pequeño colibrí. 

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