Si dijera que sentí dolor mentiría, me siento aliviado.
Nuestra relación era la crónica de una muerte anunciada.
La distancia nunca ha sido una buena consejera y si a eso le sumas su doble vida, ya no hay vuelta atrás.
Su vida ha dado un giro espectacular, de vivir en la cúspide a pedir en la calle.
Nadie quiere saber nada de ella, ni su marido, ni sus dos hijos ya adolescentes, ni yo.
Si dijera que no soy feliz mentiría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario