Soy una morsa que pudo escapar de una muerte segura, -un maldito día de Enero, en el Mar Ártico-, de las garras de los pescadores furtivos.
Malherida y en alta mar tuve la suerte de ser rescatada por un barco español de investigación en el cual me acogieron en sus tanques de agua como una mas.
Sus tripulantes se ocuparon de practicar las curas pertinentes en mi maltrecho cuerpo, especialmente mimada por María la veterinaria de a bordo.
Agasajada hasta la saciedad y alimentada con kilos y kilos de pescado, no me daba cuenta que había estado al borde de la muerte.
Acabada la investigación pertinente volvimos a España y arribamos al puerto de Valencia donde comenzó mi nueva vida.
María tomó la decisión de llevarme a mi nueva casa, que no es otra que el Acuarium de la ciudad donde convivo con un montón de especies marinas de gran diversidad.
Hay focas, leones marinos, morsas como yo, escualos de gran tamaño y un sinfín de peces y otros compañeros de gran colorido y belleza.
Mi vida aquí es en cautividad y echo de menos la libertad de los océanos y los fríos icebergs, pero he de reconocer que soy muy feliz y recibo un trato humano cordial.
Me embarga la emoción cada vez que recibo la visita de mi amiga que es con bastante asiduidad, hago piruetas de la alegría y enloquezco.
Quisiera hacer una reflexión para que los humanos entiendan que no son los dueños y señores de todo.
Por favor dejad de maltratar nuestros mares privando de la vida y libertad a una gran cantidad de especies marinas. Queremos vivir en paz, sin que nadie nos moleste y así poder seguir procreando.
Me despido de todos vosotros con una explosión de gratitud, con la alegría inmensa de alguien que esquivó la muerte y hoy es feliz en cautividad. Seguiré nadando e informando a la humanidad con mi reivindicación😍😍
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Hasta pronto amigos, vuestra amiga y compañera, Morsi la morsa.
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