domingo, 26 de junio de 2016

València.

-Eres toda pasión y empeño en todo lo que te propones.

-Te acabo de visitar y ya te estoy añorando, nuevamente; pasear por tus calles es un placer indescriptible.

-Tus interminables avenidas, parques, e infinitas playas te hacen irrepetible.

-Si sopla viento del Levante,  nos erizas el vello a todos y descolocas nuestras cabezas, si por el contrario sopla el Poniente,nos pones a prueba, perdiendo sales minerales por  los poros de la piel.


-Hueles a tierra seca y azahar, la lluvia te visita con poca frecuencia, tienes sed, pero aun así, siempre tienes una sonrisa.

-Se queman tus montes con el calor del estío, pero año tras año, renaces, como el Ave Fénix de sus cenizas.


-El Mediterráneo te abraza por los cuatro costados, tus amaneceres son intensos y luminosos. Tus atardeceres eternos y esplendorosos.

-Esa luna altanera que te visita al anochecer, es la luz que me guía para visitar tus calles, en la oscuridad de la noche.


-Te refrescas con la lluvia al finalizar el estío, tu gota fría abundante, inunda ramblas y ríos.

Lluvia cayendo sin control, varios días seguidos,sembrando el caos en la ciudad, con intensa humedad.

-Tu barrio del Carmen señorial, tu catedral, dueña y señora de un centro histórico, pictórico y vario pinto.

Tu Mare de Deu, patrona de los desamparados y madre de los valencianos.


-Nos vemos en la Malvarrosa, tomando un cocktail fresquito, en alguna de tus terrazas, o cruzamos al Cabanyal, a comernos unos pescaditos fritos, regados con un blanco de la tierra.

-Quiero ver arte, regalarle a mi sentido auditivo, maravillosas notas musicales, del arte mas universal, que envuelve a esta ciudad con duende musical.

Atravieso por puente Calatrava, al volver del paseo marítimo, me paro a visionar tu arte y tu ciencia, en esta maravillosa ciudad blanquecina y luminosa.


-Quiero satisfacer mi estómago con un buen arroz de la tierra, ya estoy en la Albufera, me pierdo entre sus barracas y charlo un ratito con los lugareños de la zona, entre cañas y barro, sus casitas encaladas me dan la bienvenida.


-Hoy voy a Cullera, ciudad costera y altanera, custodiada por su castillo y su enorme montaña placentera.

-Seguiré hasta Gandia, me sentaré en el Grau a ver sus bonitos barcos pasar y regaré  mi gaznate con una cervecita fresquita.

-Eres luminosidad y eterna intensidad, creas en mi sosiego y tranquilidad, en breve te vuelvo a visitar. Eres mi princesa, mi debilidad, terreno que no habito, pero que añoro sin cesar.

Hasta pronto, Levante mío.

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